miércoles, marzo 30, 2011

La llegada de la modernidad (42)

El hereje y el cortesano de Matthew Stewart (p. 279)

"Podría esperarse que la teoría de la mente de Leibniz, tal como la formula en su monadología, nos ayudase a salir incólumes de este laberinto de leibnizes spinozistas y de spinozas leibnizianos. Las mónadas, al fin y al cabo, son el lugar donde Leibniz traza su línea en la arena: Spinoza estaría en lo cierto si no hubiera mónadas. Pero esta línea en la arena resulta ser también una especie de espejismo.

Los lectores de Leibniz se han quejado a menudo de que las mónadas pertenecen a un cosmos completamente determinista en el que la historia se va desplegando como la manecilla de un reloj por toda la eternidad. Arnauld -extrañamente haciéndose eco de Spinoza- acusa a Leibniz de proponer una visión 'más que fatalista'. 'Una vez que [Dios] ha elegido', reconoce Leibniz, añadiendo un poco más de leña al fuego, 'hemos de admitir que todo está incluido en su elección, y que nada puede cambiarse'. La vida en el mundo de Leibniz, prácticamente hablando, parecería indistinguible de la vida en el mundo de Spinoza.

Leibniz, por supuesto, responde que la ignorancia, por parte de las mónadas, de su verdadera naturaleza requiere que actúen como si fueran libres. Esto es, Dios sabe que César cruzará el Rubicón, pero cuando César llega a orillas del río, tiene que tomar una decisión trascendental. Así, César, como el resto de nosotros, tiene libre albedrío."

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