lunes, marzo 14, 2011

La llegada de la modernidad (32)

El hereje y el cortesano de Matthew Stewart (p. 234)

"En resumen, Spinoza cree en un Dios 'inmanente'; Leibniz argumenta a favor de un Dios 'trascendente'. El Dios de Spinoza es la causa inmanente de las cosas: crea el mundo de la misma forma que una esencia crea sus propiedades -es decir, de la misma forma que la naturaleza de un círculo le hace ser redondo. Está en el mundo (del mismo modo que el mundo está en él) y, por tanto, su asociación con cualquier otro mundo, o con la ausencia de mundo es inconcebible. Un Dios trascendente, por otro lado, es la causa 'transitiva' de las cosas. Crea el mundo de la misma forma que un relojero hace relojes. Está fuera del mundo, y seguiría siendo Dios si, en vez de crear este mundo, optase por crear otro mundo, o por no crear ningún mundo. Hasta cierto punto, tiene algo de persona (de ahí que, por deferencia a la tradición, tendamos a referirnos a él como él y no como ella). A veces Leibniz utiliza la frase 'inteligencia supramundana' para describir a este Dios trascendente. Prescindiendo de las polisílabas, podríamos simplemente decir que la divinidad de Spinoza es una divinidad que habita el 'aquí y ahora', mientras que la de Leibniz reside en el 'antes y más allá'."

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