jueves, marzo 24, 2011

La llegada de la modernidad (38)

El hereje y el cortesano de Matthew Stewart (p. 244)

"La historia de las mónadas y de la armonía preestablecida refuerza claramente -y tiene la intención de reforzar- la visión política de Leibniz. A la respublica Christiana y al Imperio de la Razón, añade ahora Leibniz un tercer nombre para su ideal político: la Ciudad de Dios. Los ciudadanos de esta metrópolis celestial, dice, son las mónadas pensantes del mundo -o sea, las personas- y la armonía que manifiestan en sus relaciones es un reflejo de la gloria de Dios. Uno de los pilares del orden teocrático representado en la Ciudad de Dios es la doctrina de la inmortalidad personal codificada en la monadología. Efectivamente, Leibniz sostiene que, sin la creencia universal en las recompensas y castigos en la otra vida, la gente se comportaría muy mal y la anarquía acabaría con la sociedad. Así, lo que está en juego en la refutación de la teoría de la mente de Spinoza es la preservación de la civilización cristiana."

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