miércoles, abril 06, 2011

La llegada de la modernidad (46)

El hereje y el cortesano de Matthew Stewart (p. 285)

"El determinismo de Leibniz le aproxima inevitablemente a las posiciones éticas de Spinoza -e incluso le deja expuesto a los ataques de los mismos antagonistas ortodoxos. Por ejemplo, en la medida en que la decisión de Dios de crear el mejor de todos los mundos posibles es 'inmutable', como dice Leibniz, es absurdo rezarle, tan absurdo como sería rezar al Dios de Spinoza con la esperanza de que las cosas sucedieran de una manera alternativa. Además, en la medida en que todo lo que una mónada hace está ya contenido en su concepto, se necesitaría una mente con un talento jurídico tremendo para demostrar que las mónadas cometen pecados por su propia libre voluntad. Russell llega hasta el punto de acusar a Leibniz de echar mano de 'subterfugios vergonzosos' en sus esfuerzos por ocultar el hecho de que, para él, todo pecado es un 'pecado original, la finitud inherente de toda mónada creada'.

Leibniz trata de abordar el asunto diplomáticamente, sugiriendo, por ejemplo, que las mónadas pueden elegir hacer el bien guiando sus esfuerzos de acuerdo con la 'presunta voluntad' de Dios. Leibniz no es muy claro respecto a cómo se 'presume' cuál es la voluntad de Dios; pero un spinozista inferiría indudablemente que la 'presunta voluntad' de Dios es una forma metafórica de aludir a la comprensión de nuestras propias naturalezas esencial e inherentemente finitas, pues esto es lo que constituye nuestra contribución a la comprensión de los planes que tiene Dios para el universo. Pero, naturalmente, esta maximización del conatus individual es precisamente el camino que, en su Ética, propone adoptar Spinoza."

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