¡Merecidísimo! (el nobel de literatura al "escribidor" peruano Mario Vargas Llosa)
A modo de modesto homenaje, reproducimos aquí algunas líneas de su sensacional novela Los cuadernos de don Rigoberto (Alfaguara, 1997)
Citas al inicio del libro:
El hombre, un dios cuando sueña
y apenas un mendigo cuando piensa.
HÖLDERLIN, Hyperion
____
No puedo llevar un registro de mi
vida por mis acciones; la fortuna las
puso demasiado abajo: lo llevo por
mis fantasías.
MONTAIGNE
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Página 204:
"EXALTACIÓN Y DEFENSA DE LAS FOBIAS
Desde este apartado rincón del planeta, amigo Peter Simplon -si ése es su apellido y no fue aviesamente alterado para caricaturizarlo aún más por algún ofidio del serpentario periodístico-, le hago llegar mi solidaridad, acompañada de admiración. Desde que, esta mañana, rumbo a la oficina, oí en el Noticiero de Radio América que un Tribunal de Syracusa, Estado de nueva York, lo había condenado a tres meses de cárcel por treparse repetidas veces al techo de su vecina, a fin de espiarla cuando se bañaba, he contado los minutos para, terminada la jornada, volver a mi casa y garabatearle estas líneas. Me apresuro a decirle que estos efusivos sentimientos hacia usted estallaron en mi pecho (no es metáfora, tuve la sensación de que una granada de amistad deflagraba entre mis costillas), no al conocer la sentencia sino al enterarme de su respuesta al Juez (respuesta que, el infeliz, consideró un agravante): 'Lo hice porque el atractivo de esas matas de vello en las axilas de mi vecina me resultaba irresistible'. (El crótalo de locutor, al leer esta parte de la noticia ponía una meliflua voz de cuchufleta para hacer saber a sus oyentes que era todavía más imbécil de lo que su profesión obliga a suponer.)
Amigo fetichista: no he estado nunca en Syracusa, ciudad de la que nada sé, salvo que la asolan tormentas de nieve y un frío polar en el invierno, pero, algo especial debe de tener en sus entrañas esa tierra para procrear a alguien de su sensibilidad y fantasía, y del coraje que usted ha mostrado, arrostrando el descrédito y, me imagino, su ganapán y la burla de amistades y relaciones en defensa de su pequeña excentricidad (digo pequeña para decir inofensiva, benigna, sanísima y bienhechora, claro está, pues usted y yo sabemos que no hay manía o fobia que carezca de grandeza, ya que ellas constituyen la originalidad de un ser humano, la mejor expresión de su soberanía).
Dicho esto, me siento obligado, para evitar malentendidos, a hacerle saber que lo que para usted es manjar es para mí bazofia, y que, en el riquísimo universo de los deseos y los sueños, esas floraciones de vellos en las axilas femenimas cuya visión (y, supongo, sabor, tacto y olor) a usted lo sublima de felicidad, a mí me desmoralizan, asquean y reducen a la inapetencia sexual. (La contemplación de La mujer barbuda de Ribera me produjo una impotencia de tres semanas.) Por eso, mi amada Lucrecia siempre se las arregló para que en sus templadas axilas nunca asomara ni la premonición de un vello y su piel paraciera siempre a mis ojos, lengua y labios, el pulido culito de un querube. En materia de vello femenino, sólo el púbico me resulta deleitoso, a condición de estar bien trasquilado y no excederse en densas vedejas, crenchas o madejas lanares que dificulten el acto del amor y tornen el cunnilingus una empresa con riesgo de asfixia y atoro."
miércoles, octubre 13, 2010
T.I.M.E. de ficción
Publicadas por Rlpr a las 7:00 a. m.
Etiquetas: Ficción
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