jueves, noviembre 29, 2012

El discurso del profesor Bernardo de la Paz (en "La Luna es una Amante Cruel" de Robert. A. Heinlein) 2 de 3

Edición en español, Ed. Acervo, 1974, Traducción de J.M.A. p.365

"'Pero, hagáis lo que hagáis, no permitáis que el pasado sea una camisa de fuerza.

Observo una propuesta para convertir a este Congreso en un organismo de dos Cámaras. Excelente: a más impedimentos, mejor legislación. Pero, en vez de seguir la tradición, sugiero una cámara de legisladores, y otra cuya única obligación sea la de rechazar leyes. Dejad que los legisladores aprueben leyes por una mayoría de dos tercios... en tanto que la otra cámara pueda rechazarlas por una simple minoría de un tercio. ¿Absurdo? Pensadlo bien. Si un proyecto de ley es tan poco atractivo que no obtiene los dos tercios de vuestros asentimientos, ¿no es probable que se convirtiera en una ley inoperante? Y si una ley es rechazada por una tercera parte de vosotros, ¿no es probable que podáis prescindir perfectamente de ella?

Pero al redactar vuestra constitución permitídme que os llame la atención sobre las maravillosas virtudes de la negativa. ¡Acentuad la negativa! Henchid vuestro documento de cosas que el gobierno no pueda hacer nunca. Prohibidle reclutar ejércitos... prohibidle cercenar en lo más mínimo la libertad de prensa, de expresión, de reunión, de religión, de instrucción, de comunicación, de trabajo, de viajar... prohibidle que exija el pago de impuestos involuntarios. Camaradas, si pasarais cinco años estudiando la historia en busca de más y más cosas que un gobierno tendría que prometer no hacer nunca, y vuestra constitución sólo incluyera esas negativas, me sentiría muy satisfecho.

Lo que más temo son los actos afirmativos de hombres sensatos y bienintencionados, otorgando al gobierno poderes para hacer algo que parece necesario. Os ruego que recordéis siempre que la Autoridad Lunar fue creada para el más noble de los objetivos por un grupo de hombres bienintencionados, todos elegidos popularmente. Y con esta idea os dejo entregados a vuestras tareas. ¡Gracias!'

Gospodin Presidente! Sólo a título informativo. Ha hablado usted de "impuestos involuntarios"... Entonces, ¿cómo espera usted pagar las cosas? ¡Tanstaafl!

-Yo pienso pagar las mías, y en cuanto a las de usted son un problema suyo. Ahora bien, en términos generales, se me ocurren varios sistemas de financiación de los gastos. Aportaciones voluntarias como las de las iglesias que se mantienen a sí mismas... loterías patrocinadas por el gobierno a las cuales nadie necesita suscribirse... o tal vez los diputados podrían rascarse los bolsillos y pagar lo que sea necesario; ese sería un medio idóneo para reducir el gobierno a sus funciones indispensables, cualesquiera que puedan ser. Si es que en realidad existen esas funciones. Por mi parte, me daría por satisfecho con que la única ley fuese la Regla de Oro: "No quieras para otro lo que no quieras para ti"; no veo la necesidad de ninguna otra, ni de ningún sistema para imponerla. Pero si usted cree realmente que sus vecinos deben tener leyes por su propio bien, ¿por qué no habría de pagar usted por ello? Camaradas, no recurráis a los impuestos forzosos. No hay peor tiranía que la de obligar a un hombre a pagar por lo que no desea, simplemente porque otro hombre opina que sería bueno para él."

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