miércoles, diciembre 28, 2011

Para despedir el 2011: Roberto Bolaño

Tomado de El gaucho insufrible

"LITERATURA+ENFERMEDAD=ENFERMEDAD

para mi amigo el doctor Víctor Vargas,
hapatólogo

ENFERMEDAD Y CONFERENCIA

Nadie se debe extrañar de que el conferenciante se ande por las ramas. Pongamos el siguiente caso. El conferenciante va a hablar sobre la enfermedad. El teatro se llena con diez personas. Hay una expectación entre los espectadores digna, sin duda, de mejor causa. La conferencia empieza a las siete de la tarde o a las ocho de la noche. Nadie del público ha cenado. Cuando dan las siete (o las ocho, o las nueve) ya están todos allí, sentados en sus asientos, los teléfonos móviles apagados. Da gusto hablar ante personas tan educadas. Sin embargo el conferenciante no aparece y finalmente uno de los organizadores del evento anuncia que no podrá venir debido a que, a última hora, se ha puesto gravemente enfermo.

ENFERMEDAD Y LIBERTAD

Escribir sobre la enfermedad, sobre todo si uno está gravemente enfermo, puede ser un suplicio. Escribir sobre la enfermedad si uno, además de estar gravemente enfermo, es hipocondríaco, es un acto de masoquismo o de desesperación. Pero también puede ser un acto liberador. Ejercer, durante unos minutos, la tiranía de la enfermedad, como esas viejitas que uno encuentra en las salas de espera de los ambulatorios y que se dedican a contar la parte clínica o médica o farmacológica de su vida, en vez de contar la parte política de su vida o la parte sexual o la parte laboral, es una tentación, una tentación diabólica, pero una tentación al fin y al cabo. Viejitas que uno diría están más allá del bien o del mal, y que tienen toda la cara de conocer a Nietzsche , y no sólo a Nietzsche sino también a Kant y Hegel y Schelling, para no decir nada de Ortega y Gasset, de quien parecen, más que hermanas, confidentes. Y, en realidad, más que confidentes, parecen clones de Ortega y Gasset. A tal grado que a veces pienso (en los límites de mi desesperación) que en las salas de espera de los ambulatorios se encuentra el paraíso de Ortega y Gasset, o el infierno, depende de los ojos y sobre todo de la sensibilidad de quien mire y ecsuche. Un paraíso en donde Ortega y Gasset, duplicado miles de veces, vive nuestras vidas y sus circunstancias. Pero no nos alejemos demasiado de la libertad: en realidad estaba pensando, más bien, en una suerte de liberación. Escribir mal, hablar mal, disertar sobre fenómenos tectónicos en mitad de una cena de reptiles, qué liberador que es y qué merecido me lo tengo, proponerme a la compasión ajena y luego insultar a diestra y siniestra, escupir mientras hablo, desvanecerme indiscriminadamente, convertirme en la pesadilla de mis amigos gratuitos, ordeñar una vaca y luego tirarle la leche por la cabeza, como dice Nicanor Parra en un verso magnífico y también misterioso."

No hay comentarios.: