miércoles, agosto 27, 2008

De olimpiadas (III)

Viendo la carrera de finalistas de ciclo-montañismo se me hizo patente hasta donde ha llegado la presencia de la técnica en los juegos olímpicos. Desde hace años tenemos a la TV allí, con sus transmisiones en directo y patrocinios causados, que de por sí constituyen todo un prodigio de la inventiva humana, aplicada a lo que en otrora, cuando los griegos de la antigüedad, se las arreglaban no más con unos estadios de piedra, sogas y la algarabía de los parciales venidos desde lejos, a pie casi todos. Pero además, si se observó con cuidado, estuvo desplegado todo un cuidadoso entramado de cámaras aéreas teledirigidas y teledesplazadas sobre unos cables (mucho más inteligente ésto por supuesto que el helicóptero o el globo "tradicionales") que permitieron hacer las delicias del televidente y del productor de la transmisión. Y claro, ésta si más difícil de notar, la tremenda técnica ínsita en las bicicletas para montañismo, que junto a la audacia y a la fuerza de los corredores, hacen posible este deporte y el llevar a cabo su competencia. No sabe uno, yo por lo menos no, dónde había en los tres casos más inventiva y más para sorprenderse en términos de los artefactos que sabemos construir los seres humanos: para usarlos luego los unos y pagar por ver entonces los otros; todo un espectáculo técnico-visual este encuentro que llamamos las olimpiadas de la era moderna...

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